Unas palabras que para muchos pasaron desapercibidas.

Con tensión suficiente como para sostener a una familia de funambulistas, la decadencia política de un país, para muchos, alcanza limites insospechados por quienes hace 33 años pedían a gritos una constitución democrática.

Tragaron con sus sueldos desmesurados, con sus pensiones millonarias, con los casos de corrupción, con la manipulación informativa y mediatica, con el enchufismo, con quedarse ellos con la parte estrecha del embudo. Les dejaron mandar y prohibir en su propio beneficio, les dejaron imponer sus leyes cuando nadie las quería, acataron sus ordenes e hicieron de sus mentiras la verdad.

Pese a todo ello parece que este país no veía mas allá de lo que quería ver.

Y cuando la sombra de la censura se cernía sobre dichos conciudadanos. Estos le dieron la espalda a la verdad y dejaron que los titiriteros movieran sus hilos en pos de proteger de la gente lo que es y siempre sera de la gente. Su cultura.

Mientras esta puñalada trapera intentaba pasar de largo sin llamar mucho la atención de nuestros ciegos protagonistas.
Una figura alzo la voz desde el fondo del pasillo y habló alto y claro; del pasado, del presente y del muy poco alentador futuro de su pasión, su arte. El cine.

Hoy por hoy esa figura no es mas que un simple director de cine. Pero en su día, pasó a la historia, por ser uno de los que se puso en pie, para decir a la cara a un Gobierno corrupto, la verdad.

El Gobierno paso su mal trago y siguió moviendo hilos en el teatrillo del día a día.

Pero el día 13 de Febrero de 2011 el señor Alex de la Iglesia, dio a este gobierno uno de los bofetones mediáticos mas señalados de nuestra actual historia.

En respuesta a la aprobación del gobierno sobre la "Ley Sinde" Alex de la Iglesia abandona su puesto de director de la academia y ofrece a los presentes el siguiente discurso.